miércoles, 24 de agosto de 2016

El principio de todo




En la fe de los pelasgos, escribe Graves (1), el comienzo de todo fue Eurínome. Y la desocupada diosa inaugural creó a Ofión, una serpiente atildada. No prosigo con el trato sexual que los dos entes mantuvieran porque sólo es asunto suyo.

Sí recupero la forma invertebrada del ofidio como metáfora de la flexibilidad que busco en un argumento, capaz de retorcerse y adaptarse para alcanzar su fin: unir mundos dispares en apariencia.

¿Cuáles? En un principio pensé abordar la música desde el coleccionismo, pero conforme me adentraba en Twitter, se me iba escapando otro afán: la literatura. Mis pocos mitos de diletante transitan por esas esferas. Tan clásico me parece Onetti como Bartok, o Sófocles, o Golpes Bajos, o Zola, o la Mala Rodríguez, o Sienkiewicz. También Di Stéfano, aunque no creo que rasque mucha bola por aquí.

Quiero dar cabida a distintas imágenes, contradictorias o no, hacer chistes sobre los dioses griegos (su traducción romana me parece hortera), meterme en plan comadre con los personajes de Verdi, jugar con los anacronismos; en suma, desacralizar lo clásico.

Me engañé pensando que iba a escribir para nadie, publicar esbozos y dejar que el tiempo los erosionara: tanto daba que dejaran huella o que se borrara cualquier impresión. Mentira ciega, mentira gorda; peor aún: mentira cursi. Si pretendo dejarme la piel por darle a este blog un alma, una forma y un nombre.

La palabra Policlásica englobaba la variedad de temas, pero me temía el chiste fácil, la imagen que yo mismo hubiera malgastado en Twitter. Así desemboqué, casi por casualidad, en una denominación más urbana: PolisClásica.

Concuerda con el concepto de distintas ciudades autónomas pero relacionadas, no una nación unificada y sí un mismo lenguaje. Mi intención es que su plano final resulte menos cuadriculado que los de Hipodamo.

Iré trabajando el diseño poco a poco, para conseguir lo que realmente quiero transmitir, por amor propio, por narcisismo. Ruego a los posibles afectados por estas molestas obras que disculpen los ruidos y los cascotes, las posibles idas y vueltas, en pos de una imagen conjunta (texto más ilustraciones) más duradera.

Termino:
Siempre me han parecido superiores los dioses clásicos a los santos cristianos. Siempre he preferido el orgullo (los errores) de los primeros a la mansedumbre (fingida) de los segundos. En consecuencia, al comenzar el camino

Me encomiendo a Palas Atenea y su lechuza
      postrado bajo su égida, sea piel de cabra o de gigante,
para que me proteja con el escudo de la Gorgona

(Y casi, casi se me escapa un santurrón amén.)



(1) Robert Graves: "Los mitos griegos"